Segundo Domingo de Cuaresma: Jesús no está solo en la montaña

POR KRISSANE VAILLANCOURT MURPHY | 17 de marzo de 2019
Segundo Domingo de Cuaresma
Lecturas diarias
English Reflection

La historia de la Transfiguración es ilustrada muchas veces como la experiencia de subir a una montaña. Jesús necesitando descansar, se retira a un lugar elevado y allí se transfigura y se vuelve radiante en gloria divina recibiendo la motivación para su ministerio. Inspirado, Jesús baja de la montaña y vuelve a encontrarse con aquellos a quienes él sirve. Hay mucho que reflexionar en torno a este texto.

Jesús no está solo en la montaña. Observo a los que están con él. Pedro, Juan y Santiago están en presencia de lo Divino. Su respuesta me desafía a preguntarme, ¿cómo respondo al encontrarme con el rostro de Dios delante de mí?

En la versión de la Transfiguración de Lucas, los discípulos se duermen inmediatamente. Lo que Lucas nos quiere decir es que los discípulos no se dieron cuenta de la importancia de lo que estaba pasando: no lo entendieron. Yo, de vez en cuando, tampoco me doy cuenta de muchas cosas significativas y pierdo la oportunidad de entender muchos asuntos importantes.

Lucas relata que los discípulos se despertaron y vieron a Jesús lleno de gloria junto a Moisés y Elías. Nos queda preguntarnos: ¿fueron los discípulos de Jesús capaces de percibir la magnitud de lo que estaba pasando? Para mí, ¿qué significa despertarme? ¿Estoy listo para recibir los dones de Dios y ver su creación enfrente de mí?

A continuación, Pedro afirma: es bueno que estemos aquí. Y propone la idea más bien torpe de hacer tres chozas. La respuesta apresurada de Pedro me recuerda que muchas veces yo respondo del mismo modo, sin escuchar bien y decidir qué es lo más apropiado.

En la cima de la montaña vino una nube que los cubrió. Los discípulos se llenaron de miedo y permanecieron en silencio. Me pregunto: ¿cómo respondo a Dios en el desorden y oscuridad del mundo y de la Iglesia en estos días? Atemorizado e incierto, ¿me callo para así escuchar mejor? ¿O no elevo la voz porque hablar alto puede sacrificar mi vida de privilegio o de comodidad?

La Transfiguración me recuerda que nuestras respuestas sí importan, y que somos responsables de ellas. También me recuerda que a pesar de mis reacciones defectuosas y de mis errores, la invitación de Jesús continúa: Jesús quiere que caminemos con él.

[Traducción facilitada y proporcionada por Carlos Aedo (director of Hispanic ministries, Office of Ignatian Spirituality, Maryland and USA Northeast Provinces of the Society of Jesus) y Zandra Schiemann.] 

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