Lunes de Semana Santa: Promoviendo La Red de la Reciprocidad

POR JIM ROBINSON, PH.D. | 25 de marzo de 2024
Lecturas de hoy
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En el evangelio de hoy, Maria unge los pies de Jesús con un aceite caro y perfumado y se los seca con su pelo. Esto es un acto radical de amor extático, abundante, y encarnado que es personalista al máximo. Sin embargo, mientras el aroma del aceite llena el cuarto, Judas se queda congelado en su crítica. Por fuera, el ingenuamente sugiere que el aceite pudiera haber sido vendido para que le dieran las ganancias a los pobres. Por dentro, él piensa en el dinero que pudiera haber robado.

Consideremos esta escena junto a la visión de las economías de regalos de Robin Wall Kimmerer, las cuales ella distingue de las economías de mercado. Mientras que las economías de mercado son impulsadas por la escasez, la competencia y la acumulación, las economías del regalo son guiadas por un sentido de abundancia compartida, un reconocimiento de que “hay suficiente si lo compartimos”.

En las economías del regalo, “la moneda de cambio es la gratitud y la relación más que el dinero”. Para Kimmerer, “nombrar al mundo como un regalo”, en lugar de una mercancía, significa “sentirse la propia pertenencia a la red de la reciprocidad”. Dentro de esta red, prosperar es fomentar relaciones generativas y generosas, en lugar de alimentar la “ilusión de la autosuficiencia”.

Esta ilusión cautivó a Judas. Quería cortar el hilo que le conectaba a la red de vida más amplia. Él entendía la creación con ojos transaccionales, en vez de entenderla como un regalo. María modela una vida vivida dentro de un círculo de abundancia compartida. Recibe los dones de la vida y los derrama sobre su amado.

Guiados por María y Kimmerer, podemos preguntarnos: ¿cómo podemos relacionarnos con la creación como una abundancia de dones para compartir, en vez de una colección de bienes para poseer? ¿Cómo reestructuramos los sistemas que violan estos dones y desafían la voluntad del Dador Divino?

Esta Cuaresma, me siento llamado a vivir según frases que escucho con frecuencia en los pasillos, la cocina y las salas de Maryhouse del Movimiento Trabajador Católico. Me encuentro llamado a ayudar a “construir lo nuevo en la cáscara de lo viejo”, entrando en círculos de reciprocidad, donde es “más fácil ser bueno”.

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