Miercoles de Semana Santa: ¡Ay de nosotros que no podemos hacerlo mejor!

POR HERMANA NORMA PIMENTEL, M.J. | 27 de marzo de 2024
Lecturas de hoy
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Cuando pienso en este verano pasado, los días eran extremadamente calurosos como la mayoría de los días en el sur de Texas. Fui a visitar al Pastor Silva en Senda de Vida, un refugio para refugiados en Reynosa, México para ayudarlo con la multitud de personas afuera del refugio que querían entrar. El refugio ya estaba sobrecargado, con más de 2,000 inmigrantes adentro, y afuera había varios miles más pidiendo ayuda y queriendo salir del sol ardiente.

El Pastor Silva y yo estábamos afuera con la multitud desesperada. Uno de los papás haitiano que estaba al frente me gritó: “¡Estamos sufriendo en este calor extremo!” Lo miré a los ojos y le dije: “Lo sé, aquí estoy afuera contigo y también tengo calor. Sé que todos ustedes están sufriendo. Por eso estoy aquí afuera con ustedes para escucharlos, estoy preocupada por ustedes.” Lo invité a entrar para sentarse y hablar sobre lo que podríamos hacer para ayudar.

Hermana Norma escucha a un migrante haitiano afuera de un refugio. Foto proporcionada por Catholic Charities of the Rio Grande Valley.

¿Cuántos de nosotros nos consideramos buenas personas porque vamos a la iglesia los domingos, ponemos algo de dinero en la canasta, posiblemente ayudamos en un comedor social o hacemos acciones similares? Todo esto está bien. ¿Pero podríamos hacer algo más? ¿Estaremos pasando por alto la realidad de muchos que sufren en nuestra comunidad debido a la extrema pobreza? 

Me pregunto. ¿Estamos pasando por a las muchas víctimas de la injusticia social que luchan por sobrevivir a las exigencias de la vida diaria, personas que se encuentran luchando por comer, por bañarse, por encontrar un trabajo, por encontrar vivienda, por disfrutar de esta hermosa vida porque tienen miedo de quién podría hacerles daño, o de tener las necesidades básicas para estar bien?

Hasta que nos pongamos en su lugar, justo allí en el mismo espacio donde están, que sentiremos el sol intenso, veremos de cerca sus rostros doloridos, o simplemente nos acercaremos a ellos, como nos pide el Papa Francisco, para que podamos entender mejor el dolor que pueden estar pasando. 

Es en la presencia del que sufre que podemos preguntarnos: “¿Soy yo, Señor?” quien ha fallado en verte entre aquellos que están sufriendo, y así te he traicionado.

Al buscar refrescarte en la presencia de Jesús durante esta Semana Santa, recuerda tomarte tiempo para estar presente con alguien que puedas encontrarte posiblemente sin hogar o un inmigrante en necesidad. Invítalos a sentarse y platicar. Abraza su historia. Será una hermosa manera de renovar tu fe en Jesús.

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